Retrato del Marqués de San Adrián

Francisco de Goya y Lucientes, 1804. Museo de Navarra (Pamplona)

Óleo sobre lienzo


209 x 127 cm.


A finales de los años 30, Rothko se dedicó a dibujar una serie de pinturas donde representaba a gente esperando el metro. Son composiciones siempre marcadas por las líneas horizontales y verticales, y los pasajeros están representados como figuras muy estilizadas. Son planas, rígidas e inexpresivas y sin embargo sugieren tener vida interior. Retrato de clara influencia inglesa (ese pantalón ocre lo podía haber pintado van Dyck), Goya se contiene aquí para plasmar este espléndido retrato. Muy formal  para lo que nos tiene acostumbrados en su etapa de madurez, esta obra ocupa un escalón muy alto en mi escalafón personal de retratos del pintor. 

Retrato de escritor

Vicente López, 1795. Museo de Navarra (Pamplona)

Pastel sobre papel


37 x 49 cm.


Hasta hace un par de años se creía que este retrato correspondía al dramaturgo Leandro Fernández de Moratín y que su autor era Luis Paret (que de hecho en la guía del Museo, que data de 1998, todavía figura como el autor). Vicente López realizó este retrato durante su juventud, previamente a su nombramiento como primer pintor de cámara de Fernando VII e Isabel II. El caballero del retrato no está identificado.

Cuando se contempla in situ, la sensación de realismo del rostro es mucha mas evidente que en esta reproducción. 

Retrato de su hermano Enrique


Julio Martín-Caro, 1956. Museo de Navarra (Pamplona)


Óleo sobre lienzo


46 x 62 cm.


Siempre me pasa igual. Cada vez que viajo a una ciudad en la que hay un  museo que no aparece entre los de primera fila y me acerco a visitarlo, siempre me falta tiempo para verlo con calma (bueno, ahora que lo pienso, me pasa  con todos). El caso es que reserve un par de horas para ver el Museo de Navarra  y me faltó, al menos, otra hora para haberlo disfrutado.

¿A qué viene esa extraña costumbre de tener unos horarios tan cortos? (por las tardes abre de 17:00 a 19:00). Le voy a dedicar tres o cuatro entradas para que veáis que merece la pena dedicarle un rato. A pesar del calor que hace dentro.

La guía del museo dice que Julio Martín-Caro es «un interesante pintor neofigurativo, donde el expresionismo y la abstracción se funden con resultado trágico y visceral; en relación con la Action Painting y sobre todo con Antonio Saura, produce un gestualismo inquietante.» Más conocido en Estados Unidos que en España, en las otras dos obras del pintor que se exponen en la sala (El sueño de Tania y Apología interna), los comentarios anteriores son más válidos y no apocan tanto a este retrato, que inmediatamente capta la atención del visitante. SU enérgica pincelada contrasta con el equilibrio del resultado.

Una sorpresa encantadora.