Francisco de Goya y Lucientes, 1804. Museo de Navarra (Pamplona)
Óleo sobre lienzo
209 x 127 cm.
A finales de los años 30, Rothko se dedicó a dibujar una serie de pinturas donde representaba a gente esperando el metro. Son composiciones siempre marcadas por las líneas horizontales y verticales, y los pasajeros están representados como figuras muy estilizadas. Son planas, rígidas e inexpresivas y sin embargo sugieren tener vida interior. Retrato de clara influencia inglesa (ese pantalón ocre lo podía haber pintado van Dyck), Goya se contiene aquí para plasmar este espléndido retrato. Muy formal para lo que nos tiene acostumbrados en su etapa de madurez, esta obra ocupa un escalón muy alto en mi escalafón personal de retratos del pintor.