Vistas de la ciudad de Sevilla (II)

La siguiente imagen de la ciudad en tomar relevancia es, sin duda, la vista panorámica de la ciudad que se conserva en Londres:

Simon Wynhoutsz de Vries, 1617. The British Library (London)
Aguafuerte. Cuatro grabados ensamblados.
49 x 255 cm.

La ilustración es gigantesca, merece la pena que la ampliéis con el fin de observar sus detalles. Se supone que hay una copia en el Museo Marítimo, el que está en la Torre del Oro, aunque yo no recuerdo haberla visto. Debido a su tamaño, he incluido por separado su mitad izquierda y su mitad derecha:


En la parte superior se puede leer la inscripción Qui non ha Visto Sevillia no ha vista marra villa. La imagen forma parte de la colección geográfica y topográfica de Jorge III. El editor es Johannes Janssonius, quien años más tarde, en 1657, se haría con las planchas del Civitates Orbis Terrarum de Georg Braun, publicándolas de otra forma (por ejemplo, las que correspondían a las ciudades españolas se reunieron en un sólo volumen). Este grabado será fuente de inspiración  para la siguiente imagen.

Frederick de Wit, 1638. Biblioteca Nacional (Madrid)
Grabado. Ilustración del libro Neuwe Archontologia Cosmica, de Johan Ludwig Gottfried (Frankfurt am Main, 1638)
34 x 39 cm.

En este punto podemos hacernos una idea bastante clara de como estaba dispuesta la muralla; además, en la obra puede observarse, a la izquierda, la puerta de Triana, una de las diecinueve con las que contaba. Hoy en día, el mejor tramo que se conserva de las murallas está junto a la basílica de la Macarena. De nuevo a la ilustración, detrás de la Torre del Oro, exenta, se puede identificar la Torre de la Plata. El grabador de la imagen fue Matthäus Merian der Ältere.

Anónimo, c. 1650-71. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Talla fuerte, aguadulce y buril sobre cobre estampado sobre papel coloreado a mano
40 x 52 cm.
Esta estampa, publicada en Amsterdam por Rombout van den Hoeye, es bastante parecida a la de Frederick de Wit. La novedad estriba en que incorpora el rótulo Qui non havista Sevillia non havista marravilla, a la manera de Simon Wynhoutsz de Vries.

Es muy interesante dedicar algo de tiempo al gabinete de estampas de la Fundación Abengoa, situada en el Hospital de los Venerables. Además de disponer de copias de muchas de las imágenes que hemos presentado en las dos primeras entregas, posee bastantes más, donde se observa la gran influencia de las obras que hemos presentado. 

Vistas de la ciudad de Sevilla (I)

El rio Guadalquivir es la fuente de riqueza de Sevilla. Poder llegar a ella en barco directamente desde las Indias influyó decisivamente en su desarrollo. Repasemos aquellas obras que nos muestran al Guadalquivir repleto de barcos, dotando a la ciudad de una actividad sin parangón en la época. 

Simon van der Neuvel, 1572. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 1 (Georg Braun, Köln, 1572). Coloreado a mano.
 34 x 47’3 cm.
El atlas de ciudades, grabado por Franz Hogenberg, contenía 546 perspectivas de ciudades de todo el mundo. Su editor, Georg Braun era un clérigo de Colonia, que estaba asistido por Abraham Ortelius, cuyo Theatrum Orbis Terrarum (1570) se considera el primer atlas realmente construído como una colección completa de mapas realizados de manera uniforme. Ambos eran amigos del cartógrafo Gerard Mercator. El atlas y el Civitates Orbis Terrarum se complementaban, siendo este segundo una especie de guía visual del primero, aunque las láminas no tenían el mismo grado de uniformidad de la que gozaban los mapas.
Es imposible saber cuantas ediciones de esta obra hay circulando por el mundo: algunas han sido coloreadas a mano, y por tanto presentan diferencias entre ellas; otras son en blanco y negro. En los seis volúmenes de los que consta el Civitates (1571-1598?) se llegan a representar hasta treinta y cinco ciudades españolas. Sevilla se muestra en tres ocasiones.
En el primero de los volúmenes, la tercera lámina corresponde a Sevilla, Cádiz y Málaga, por este orden. La siguiente imagen de la banda superior procede de la copia de la Universidad de Heidelberg.

La segunda lámina del cuarto tomo también está dedicada a Sevilla:

Franz Hogenberg, 1588. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 4 (Georg Braun, Köln, 1588). Coloreado a mano.
 34 x 47’3 cm.
Aunque las mejores ilustraciones de la obra son del amberino Georg Hoefnagel, destacando especialmente las realizadas en España; la que nos ocupa no es suya, sino una copia que insertó Georg Braun en 1588 de una estampa de la época (por eso, la imagen anterior se la he atribuido al grabador, Franz Hogenberg).
Ambrogius Brambilla, c. 1585. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte y buril sobre papel
Plancha de 45,5 x 71,4 cm.

En esta imagen se pueden contemplar los siete elementos distintivos de la ciudad por antonomasia: el arrabal de Triana, el río Guadalquivir, el puente de barcas (donde se encuentra el actual puente de Isabel II), el gran espacio abierto conocido como el Arenal, la Torre del Oro, la Catedral y la Giralda. El caso es que, a pesar de los desajustes entre la ciudad real y esta representación, ésta es la imagen de Sevilla que se fue imponiendo poco a poco. 

Georg Hoefnagel, 1597. Universidad de Sevilla
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 5 (Georg Braun, Köln, 1597).
 34 x 47’3 cm.

Finalmente, en la página siete del quinto tomo del Civitates se nos muestra una imagen diferente, desde la otra parte de la ciudad. La Torre del Oro queda aquí a la izquierda; a la derecha, el puente romano camino de Carmona.

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer

Joaquín Domínguez Bécquer, 1862. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Óleo sobre lienzo

73 x 60 cm. 
Pintor poco valorado. Merece la pena especialmente revisar las pinturas costumbristas que realizó a partir de 1864. Ya veremos alguna en el futuro. 

El retrato de su hermano es, sin duda, su obra más conocida y ha servido para construir el mito romántico alrededor de su hermano construido después de su muerte. Las fotografías de la época no le presentan con esta aspecto, desde luego.


Bartomeu Maura i Montaner, 1904. Biblioteca Nacional (Madrid)
Estampa de plancha con aguafuerte y buril

15,5 x 9,8 cm. 
La imagen romántica de Gustavo Adolfo se popularizó mediante estampas y llegó a hacerse familiar: no en vano recorrió el país en los billetes de cien pesetas. La estatua del pintor que se encuentra en el Parque de Maria Luisa también se inspira en este retrato. 

Der heilige Hieronymus im Gehäus (San Jerónimo en su celda)


Grabado a buril

24’7 x 18’8 cm.

Te deja con la boca abierta. Creo firmemente que ese era el objetivo que se propuso Durero con su serie de tres grabados (San Jerónimo en su celda, Melancolía I y El caballero, la muerte y el diablo) representando las diferentes esferas de la vida. Concretamente en este, mires donde mires (la sombra del ventanal, las vetas de la madera del techo, la cabeza del león), la técnica alcanza aquí la perfección. Merece la pena ampliar la imagen y fijarse bien en los numerosos detalles con que el autor adorna la escena.


(Publicada en Arte a las ocho por primera vez el 25/03/13)