A – Tiziano Veccellio
San Jerónimo
Óleo sobre lienzo
216 x 175 cm
En cuanto podáis, reservad un par de días completos entre semana y quedaos a dormir en el pueblo. Si llegáis temprano, os dará tiempo a visitar el Museo de Pintura y Arquitectura de manera pausada durante la mañana. Después de comer os recomiendo la visita guiada: entre otras cosas, se visitan las dependencias del Palacio de los Borbones, que no están abiertas al público de forma libre. La visita guiada es excesivamente rápida, dado que hay mucho que ver y condensarlo todo no es fácil. Aunque la visita guiada os llevará por casi todas las estancias del Monasterio, os recomiendo dar una segunda vuelta con audioguía, ya que no hay tiempo para apreciar cantidad de cosas: repasad el Palacio de los Austrias (la Sala de Batallas, las salas Capitulares y las estancias de Felipe II, particularmente, merecen una visita más cuidada), el Panteón, vuelta al claustro y apreciar con detalle los frescos de la escalera principal. Si os detenéis lo suficiente, podréis apreciar obras de arte donde antes no las veíais.
La Basílica y la Biblioteca las podéis visitar al día siguiente. No exagero si digo que os podéis pasar el día entero de nuevo si os empeñáis.
Si contaseis la cantidad de obras cuyo emplazamiento original era el Monasterio y ahora residen en el Museo del Prado, alucinaríais. Y no es que sean precisamente de segundo orden. Posiblemente, si volviesen a él, la afluencia de visitantes a El Escorial sería abrumadora.
Todavía hay más: hay una serie de lugares del Monasterio que no se visitan normalmente. Para empezar, los relicarios de la Basílica están habitualmente cerrados. El acceso al coro (con frescos de Lucas Cambiasso y Rómulo Cinccinatti) también está prohibido, y el jardín del claustro, el Patio de los Evagenlistas también permanece clausurado (con lo que encima, no se puede ver su templete).
Con ocasión del cuatrocientos cincuenta aniversario de la colocación de la primera piedra del Monasterio, Patriomonio Nacional organizó una exposición titulada De El Bosco a Tiziano. Arte y Maravilla en el Escorial, con obras no mostradas habitualmente (la exposición, por cierto, podía considerarse de artes decorativas). Se realizó primeramente en el Palacio Real de Madrid (Septiembre de 2013 a Enero de 2014) y, posteriormente, se llevó al propio Monasterio (Junio – Septiembre de 2014). Desde el punto de vista del cazador de obras que están en el extranjero había pocas piezas: un óleo de Navarrete traído de Dublín, otro de Tiziano de la National Gallery de Londres y un par de dibujos de Zuccaro procedentes del Museo del Louvre eran lo único que estaban fuera de la órbita madrileña. Lo verdaderamente interesante es que, durante la exposición, todos esos lugares cerrados del Monasterio a los que antes hacía referencia pudieron ser visitados.
A todo esto, no he dicho una sola palabra sobre este hermoso San Jerónimo, que es parte de la colección permanente del Monasterio. He seleccionado este cuadro de entre las multitud de obras que se pueden ver habitualmente en El Escorial para ver si os entran ganas de volver, ya que sin ser una de las más famosas, os puede dar una idea de la calidad de las obras que siguen allí. Yo me quedo con dos cosas de esta obra: la naturaleza muerta de la izquierda, con el reloj de arena y los libros y, por supuesto, con la iluminación y el color: ese luz divina entrando por la hendidura de la roca que incide sobre el Cristo crucificado y lo hace brillar como si fuese de oro, dando vida al lugar (si se me permite la expresión).