San Hugo en el refectorio

Francisco de Zurbarán, h. 1655. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Óleo sobre lienzo

26’2 x 30’7 cm. 
De las obras que tiene el Museo de Bellas Artes de Sevilla de Zurbarán, yo me quedo con las tres que realizó para la sacristía del Monasterio de la Cartuja.
Para San Hugo en el refectorio el artista manejó más de cien tonos de blanco. Efectivamente, el blanco es el absoluto protagonista de esta obra: en el largo mantel, en los hábitos de los monjes, en el faldón del obispo de Grenoble o en los diferentes tipos de cerámica repartidos por encima de la mesa o, incluso, en las canas de las barbas de los monjes de la izquierda. El rostro de San Bruno y de sus seis acompañantes refleja que en ese momento todavía no han salido del éxtasis en el que habían entrado hace cuarenta días. Es curioso: si no se conoce este detalle, se puede llegar a pensar que la pintura es hierática; sin embargo, conociendo estos detalles es de un realismo aterrador.
Francisco de Zurbarán, h. 1655. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Óleo sobre lienzo

26’7 x 32 cm. 
En La Virgen de las Cuevas es la simetría el elemento a destacar.   Obsérvese como el manto divide también el cuadro horizontalmente, de forma que el dorado ámbito celestial queda en la parte superior, en tanto que en la parte terrenal predomina el contraste entre el blanco y el negro. Una pintura, por cierto, mucho más sugerente al natural que a través de sus reproducciones fotográficas. 


Francisco de Zurbarán, h. 1655. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Óleo sobre lienzo

27 x 32’5 cm. 
Por ultimo, La visita de San Bruno a Urbano II refleja la tremenda consternación que supuso para el propio santo y para el resto de la orden el llamamiento del Papa a su antiguo maestro con el fin de que acudiese a Roma para poder disfrutar de su consejo. Esta obra es un buen ejemplo del escaso interés del pintor por el escorzo y la perspectiva, en tanto que muestra sus habilidades técnicas para representar telas y objetos (en este caso destacan, por ejemplo el dosel o la alfombra) y resaltar emociones (que, como hemos visto no son nada fáciles de entender a simple vista o sin conocer su contexto).

Santa Justa y Rufina (V)


Francisco de Zurbarán, h. 1630-1640. National Gallery of Ireland (Dublin)
Óleo sobre lienzo

176 x 107,5 cm.

Las santas de Zurbarán visten de manera muy elegante y apenas portan los atributos de su martirio. Zurbarán plasmó varias veces a la pareja de mártires sevillana, de las que al menos dos parejas de pinturas pasaron a formar parte de la colección del conde de Águila. La primera representación de Santa Rufina que presentamos se encuentra en Dublin.

Francisco de Zurbarán, h. 1638-1642. Hispanic Society of America (New York)
Óleo sobre lienzo

172 x 105 cm.

Esta segunda Santa Rufina pasó a ser parte de la colección del mariscal Soult (que como es conocido, expolió durante la invasión napoleónica el Hospital de la Caridad, la Catedral y el Convento de San Francisco, entre otras instituciones de la ciudad de Sevilla). De ahí pasó por diferentes manos hasta que fue adquirida por Hungtinton, motivo por el que la obra se encuentra en Nueva York.

A continuación se muestran dos imagenes de Santa Rufina, ya realizadas por el taller del artista. La segunda es claramente una copia de la de Dublin.

Taller de Francisco de Zurbarán, h. 1638-1699. The Fitzwilliam Museum (Cambridge)
Óleo sobre lienzo

85,4 x 65,7 cm.

Taller de Francisco de Zurbarán, h. 1638-1699. Museo de Belas Artes da Coruña
Óleo sobre lienzo

165 x 96,5 cm.

Por último, tenemos también esta representación de Santa Justa realizada por el taller del extremeño y que se encuentra en la controvertida «habitación española» de Kingston Lacy, donde se alberga la colección Bankes. 

Taller de Francisco de Zurbarán, h. 1640-1699. Kingston Lacy (Wimborne Minster)
Óleo sobre lienzo

196 x 106 cm.