Portret van een groteske oude vrouw (Anciana grotesca)

Quinten Massys, h. 1513. The National Gallery (London)
Óleo sobre tabla

62’4 x 45’5 cm. 
Una de las pinturas mas emblemáticas de la National Gallery es este retrato, verdaderamente impactante al natural. La flor que la mujer sostiene es una provocación en toda regla para el espectador de hoy en día. El tocado que lleva la anciana estaba pasado de moda para la época. Para rematar la faena, estudios recientes afirman que la figura representada no es producto de la imaginación del artista, sino que nos encontramos ante un caso claro de una persona que sufre una exagerada deformación ósea.
Esta obra, puesta innumerable veces como contraejemplo de la búsqueda de la belleza en el arte, creo que necesita que la miremos con un poco mas de perspectiva. Para empezar, me parece un afirmación tremendamente simplista afirmar que la intención del pintor era la de realizar un retrato repulsivo. Es mucho más pausible el que nos encontremos ante un retrato satírico al que el paso del tiempo ha añadido ese punto de crueldad con el que le vemos ahora. 
La historia de esta pintura es enrevesada. Para empezar, durante mucho tiempo se pensó, gracias a la existencia de unos dibujos del entorno de Leonardo, que Massys habría realizado la obra a partir de ellos. Esta tesis ha sido rebatida en la actualidad.
Atribuído a Francesco Melzi, h. 1520. Windsor Castle
Tiza roja sobre papel

17’2 x 14’3 cm. 
Se asocia en repetidas ocasiones este retrato con el ensayo de Erasmo Elogio de la locura (1511). Cito sólo dos títulos de algunos capítulos para que que de constancia de su contenido: el capítulo XIV se titula «Los beneficios de la necedad son superiores a los de los dioses, porque hace duradera la juventud y aleja la vejez» y el XVII «La mujer, encarnación de la necedad». Estaréis conmigo en que al ensayo de Erasmo ha sufrido un proceso similar al de la pintura de Massys, si bien hay diferencia. En tanto que al pintor ahora podría tildársele de cruel, de carecer de sensibilidad para ciertos temas o de tener un dudoso gusto, creo que al eminente humanista tendría que enfrentarse a numerosas denuncias (cuando no agresiones) y estaría en permanente conflicto con bastantes grupos sociales, Iglesia incluída. No guarda relación con el tema, pero el capítulo XXI se titula nada menos que «La Necedad, vínculo de toda sociedad humana».
Hans Holbein realizó una serie de dibujos para ilustrar el ensayo de Erasmo (están reproducidos en el pdf enlazado anterior). La relación entre ambos pintores flamencos no se quedó aquí: Hans Holbein y Quentin Massys retrataron a Erasmo en diversas ocasiones.
Parece ser que originariamente la obra formaba parte de un díptico. Yo al menos, cuando veo ambas obras juntas, no puedo evitar pensar en el final del capítulo XVII del ensayo de Erasmo:

 «… No habrá nadie, piense como quiera en su interior, que no disculpe las tonterías que el hombre dice y las monerías que hace cuantas veces lo disponga el apetito de la hembra.»

Visto así, el autor se mofa también de la necedad del hombre mayor, cuyo gesto indica que recibe con agrado los artificios con los que se ha  compuesto su apetitosa presa.
Quinten Massys, h. 1513. Colección privada
Óleo sobre tabla

62’4 x 45’5 cm. 
Me gustaría terminar hablando de otro tema relacionado con el retrato de la anciana.  Según indica Martin Gardner en su libro The Annotated Alice (1960), John Tenniel se inspiró en esta obra para realizar la figura de la Duquesa, la dueña del gato de Chesire, en Alicia en el País de las Maravillas (1865). La edición en castellano que poseo de este libro, que  guardo como oro en paño, ya que es un regalo de mi padre, es de Ediciones Akal (1998). En la página 79 se indica que este dato ya lo aportó Langford Reed en la biografía de Lewis Carroll que se publicó en 1932. Cito textualmente: 

«Se cree que la dama retratada por Matsys es Margareta Maultasch, duquesa de Carinthia y el Tirol, que vivió en el siglo XIV. Maultasch, que significa «boca de escarcela», es el nombre que la pusieron por la forma de su boca. Lion Feutchtwanger ha relatado la desventurada vida de esta Margarita, que tuvo fama de ser la mujer mas fea de la historia, en su novela The Ugly Duchess (véase «A protrait of the Ugliest Princess in History«, de W.A. Baillie-Grohman; Burlington Magazine, abril 1921)»

Lion Feutchtwanger, por cierto, fue un novelista alemán, destacado  además, por su temprana y férrea oposición al tercer Reich. Hay pocas probabilidades de que la princesa Margareta fuese realmente la mujer de nuestra pintura, ya que murió en 1369 y según las ultimas investigaciones de los expertos de la National Gallery, Quinten Massys pintó realmente a su modelo del natural.

Dame mit Eichhörnchen und Star (Dama con ardilla y estornino)

Hans Holbein el Joven, h. 1526-28. The National Gallery (London)
Óleo sobre tabla

56 x 39 cm. 
Una debilidad personal. Holbein conjuga maravillosamente la habilidad técnica de los flamencos con el elegante toque de los italianos, lo que hace que la mezcla se me antoje irresistible.

Ritratto del doge Leonardo Loredan

Giovanni Bellini, h. 1501-02. The National Gallery (London)
Óleo sobre tabla

61,6 x 45,1 cm. 
Sin duda, una de las pinturas más impactantes de la National Gallery. Como sucede en bastantes ocasiones, no hay fotografía que haga justicia a la obra.
La capa y el sombrero en punta, tejidos con damasco, contrastan con el hiperrealismo del rostro, de clara influencia flamenca. Leonardo Loredan ocupa el 75º lugar en la lista de los duces de Venecia y con él la Reppublica alcanzó su máxima expansión por tierra. Es el primero de los tres que gobernarán la ciudad con el apellido Loredan.
Este retrato es uno de los primeros de un dux en ejercicio que se realizaba de frente, ya que la tradición reservaba esta vista para los temas sagrados. De hecho, veamos como es así en otro retratos suyos. Comenzamos por esta Madonna con bambino in trono tra San Marco, San Giovanni Battista e il Doge Leonardo Loredan:


Vicenzo Catena, 1505. Museo Correr (Venezia)
Óleo sobre tabla

145 x 138,9 cm. 

Obsérvese como, a pesar de ser una obra de la misma época, sólo el dux mira de perfil. En la Sala degli Scarlatti, en el apartamento del Palacio Ducal de Venecia, antecámara en su día para los consejeros ducales, de cuyas togas color púrpura tomó su nombre, hay una pala sobre madera como ésta. En esa misma estancia, sobre una de las puertas se puede contemplar un relieve de piedra de ámbito lombardo: Madonna adorata dal doge Leonardo Loredan e santi:
Otro de sus retratos típicos se encuentra en la Sala Erizzo, también en el apartamento del Palacio Ducal. También tiene sus copias, como ésta, perteneciente a la colección de Guglielmo Lochis:
Atribuído a Vittore Carpaccio, 1501-03. Accademia Carrara (Bergamo)
Óleo sobre tabla

67,7 x 50,6 cm.
Sin embargo, Bellini no fue el único en retratar al dux de frente, como podemos ver en esta Allegoria della Lega di Cambrai:

Jacopo Palma il Giovane, 1590-1595. Sala del Senato  Palazzo Ducale (Venezia)
Óleo sobre tabla

No ha sido posible determinar las dimensiones de la obra 
La tumba de este personaje, está como no, en San Zanipolo, a la derecha del altar mayor. Las cuatro estatuas de los lados y los bajorrelieves son de Danese Cattaneo, discípulo de Jacobo Sansovino. Las estatuas representan a Venecia (izquierda), la liga de Cambrai -contra la que el dux combatió- (derecha) y, entre las columnas se hallan las alegorías de la Paz y la Abundancia.
La estatua central, la del dux, fue realizada poe Girolamo Campagna, cuyo maestro fue el propio Cattaneo.
Girolamo Campagna y Danese Cattaneo, 1572. Basilica dei Santi Giovanni e Paolo (Venezia)
Mármol
No ha sido posible determinar las dimensiones de la obra
También se conserva un busto suyo en el Panteon Veneto, situado en el Palazzo Loredan, situado en Campo Santo Stefano.
Mármol
No ha sido posible determinar las dimensiones de la obra
Probablemente, el entorno de Danese Cattaneo produjo este otro busto:
Anónimo, siglo XVI. Birmingham Museum of Art
Terracota
No ha sido posible determinar las dimensiones de la obra

Vistas de la ciudad de Sevilla (III)

Antes de pasar a las obras de un carácter marcadamente artístico, vamos a detenernos en las pinturas de las panorámicas de Sevilla desde el barrio de Triana, que como hemos visto, siguen una larga tradición. Son cuatro óleos bastantes similares entre sí, sin duda basados en los grabados y estampas que hemos visto hasta ahora. Ilustran perfectamente la actividad que se generaba alrededor del puerto. Los barcos fondeados en el Guadalquivir son sinónimo del comercio y la actividad que había en la ciudad.

El Arenal queda perfectamente identificado. La que fuera la zona mas cercana al puerto de Sevilla fue inmortalizada por Lope de Vega en su comedia de 1603:

Toda España, Italia y Francia / vive por este Arenal: / porque es plaza general / de todo trato y ganancia. 

No en vano, a comienzos del siglo XVI, Sevilla era una de las ciudades mas importantes de Occidente, sólo por detrás de Nápoles y París, tanto en número de habitantes como centro de comercio, desplazando a Amberes. Esto es debido a que entre los siglos XVI y XVII fue la sede de la Casa de Contratación de Indias. Su elección se debe a que Cádiz,  además de poco desarrollada en la época, estaba demasiado expuesta a los ataques; el recorrido hasta Sevilla, por el contrario, se realizaba por el interior, mucho más fácil de defender. 

Además de las gemas y piedras preciosas, las cifras de oro y plata traídas desde la Indias resultan desorbitantes para la época: se habla de entre 200 y 300 toneladas de oro (se calcula que en todo el mundo hay unas 200.000 toneladas del vil metal) y entre  17.000 y 25.000 toneladas de plata (de un total de un millón de toneladas).

Vamos con las obras:

Anónimo flamenco, h. 1660. Hospital de los Venerables (Sevilla)
Óleo sobre lienzo
163 x 274 cm.
La primera de ellas está basada claramente en el dibujo del cartógrafo holandés Frederick de Wit. Sin embargo, Triana se representa sin apenas construcciones, de una forma más parecida a la panorámica de Simon de Vries (o Simon Frisius, como le gusta llamarlo a casi todo el mundo). 
Atribuida a Alonso Sánchez Coello, h. 1576-1600. Museo de América (Madrid)
Óleo sobre lienzo
150 x 300 cm.
Esta otra, una de las más conocidas, está atribuida a Sánchez Coello y, con seguridad, no es obra suya. A mi, personalmente, tampoco me cuadran la fecha indicada para su realización: no hay mas que observar las fechas de los grabados de los artículos anteriores para observar que sería contemporánea del Civitates para darse cuenta de que en ese caso, el autor debía haber sido un adelantado de su tiempo.
Louis de Caullery, 1580. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Óleo sobre cobre
39 x 54 cm.
Lo mismo le sucede a este óleo atribuido al flamenco Caullery: tampoco cuadran las fechas, ni por tanto, el autor indicado, que sacaba sus modelos de estampas; ninguna de las que hemos visto parece haber servido de base para esta obra. Mas difícil todavía sería esta atribución, si como indican algunas fuentes, la pintura está inspirada basada en el grabado de van den Hoeye que vimos en el artículo anterior.

Anónimo, 1726. Ayuntamiento de Sevilla
Óleo sobre lienzo
108 x 242 cm.
También es relevante este gran lienzo que cuelga en la escalera principal del Ayuntamiento, y del que pienso que la fecha en la que se indica su realización también es incorrecta, ya que en la imagen se aprecia claramente que se está representando Sevilla en el año 1526. Dudo que en el primer cuarto del siglo XVIII hubiese tal interés por representar la ciudad doscientos años antes.

Vistas de la ciudad de Sevilla (I)

El rio Guadalquivir es la fuente de riqueza de Sevilla. Poder llegar a ella en barco directamente desde las Indias influyó decisivamente en su desarrollo. Repasemos aquellas obras que nos muestran al Guadalquivir repleto de barcos, dotando a la ciudad de una actividad sin parangón en la época. 

Simon van der Neuvel, 1572. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 1 (Georg Braun, Köln, 1572). Coloreado a mano.
 34 x 47’3 cm.
El atlas de ciudades, grabado por Franz Hogenberg, contenía 546 perspectivas de ciudades de todo el mundo. Su editor, Georg Braun era un clérigo de Colonia, que estaba asistido por Abraham Ortelius, cuyo Theatrum Orbis Terrarum (1570) se considera el primer atlas realmente construído como una colección completa de mapas realizados de manera uniforme. Ambos eran amigos del cartógrafo Gerard Mercator. El atlas y el Civitates Orbis Terrarum se complementaban, siendo este segundo una especie de guía visual del primero, aunque las láminas no tenían el mismo grado de uniformidad de la que gozaban los mapas.
Es imposible saber cuantas ediciones de esta obra hay circulando por el mundo: algunas han sido coloreadas a mano, y por tanto presentan diferencias entre ellas; otras son en blanco y negro. En los seis volúmenes de los que consta el Civitates (1571-1598?) se llegan a representar hasta treinta y cinco ciudades españolas. Sevilla se muestra en tres ocasiones.
En el primero de los volúmenes, la tercera lámina corresponde a Sevilla, Cádiz y Málaga, por este orden. La siguiente imagen de la banda superior procede de la copia de la Universidad de Heidelberg.

La segunda lámina del cuarto tomo también está dedicada a Sevilla:

Franz Hogenberg, 1588. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 4 (Georg Braun, Köln, 1588). Coloreado a mano.
 34 x 47’3 cm.
Aunque las mejores ilustraciones de la obra son del amberino Georg Hoefnagel, destacando especialmente las realizadas en España; la que nos ocupa no es suya, sino una copia que insertó Georg Braun en 1588 de una estampa de la época (por eso, la imagen anterior se la he atribuido al grabador, Franz Hogenberg).
Ambrogius Brambilla, c. 1585. Biblioteca Nacional (Madrid)
Aguafuerte y buril sobre papel
Plancha de 45,5 x 71,4 cm.

En esta imagen se pueden contemplar los siete elementos distintivos de la ciudad por antonomasia: el arrabal de Triana, el río Guadalquivir, el puente de barcas (donde se encuentra el actual puente de Isabel II), el gran espacio abierto conocido como el Arenal, la Torre del Oro, la Catedral y la Giralda. El caso es que, a pesar de los desajustes entre la ciudad real y esta representación, ésta es la imagen de Sevilla que se fue imponiendo poco a poco. 

Georg Hoefnagel, 1597. Universidad de Sevilla
Aguafuerte. Ilustración del libro Civitates Orbis Terrarum, Vol. 5 (Georg Braun, Köln, 1597).
 34 x 47’3 cm.

Finalmente, en la página siete del quinto tomo del Civitates se nos muestra una imagen diferente, desde la otra parte de la ciudad. La Torre del Oro queda aquí a la izquierda; a la derecha, el puente romano camino de Carmona.