«Calliebotte: Pintor y jardinero», en el Museo Thyssen-Bornemisza

Repasando las exposiciones visitadas en 2016, resultó muy relevante la de Gustave Calliebotte en el Museo Thyssen-Bornemisza. Esta muestra, que primero estuvo presente en el Musée des impressionnismes de Giverny, es la primera que se realiza del pintor en España y estuvo compuesta por un total de 51 obras, tres bocetos y nueve estudios. No está nada mal, ya que la mayor parte de la obra de este pintor está en manos de coleccionistas privados. El único lugar donde se puede observar una muestra razonable de su obra es en el Musée d’Orsay de Paris, pero tampoco permite hacerse una idea de la trayectoria del artista, lo que no deja de ser paradójico: el fondo impresionista de este museo nace de la colección de arte que atesoró el pintor. El resto de la obra de Calliebotte se halla muy diseminada, especialmente por Estados Unidos.

La retrospectiva se dividía en cuatro secciones. La primera de ellas estaba dedicada al París del barón Haussmann, el tema por el cual Caillebotte es universalmente conocido. De esta parte, he seleccionado Le Boulevard vu d’en haut (El bulevar visto desde arriba), correspondiente a su última serie de vistas de la ciudad. Una ciudad elegante que bulle, renovada, repleta de burgueses perfectamente trajeados que se cruzaban con los trabajadores a los que le gustaba representar en plena faena. El único tono de color vivo lo suelen aportar los árboles, que en esta ocasión apenas permiten distinguir al caballo del carro aparcado detrás.

El bulevar visto desde arriba
Gustave Caillebotte, 1880. Colección privada
Óleo sobre lienzo
65 x 54 cm.

La segunda parte de la muestra nos traslada a la finca de Yerres, al sudeste de París. Un parque de estilo inglés rodea la casa que ha comprado su padre, lugar a donde Gustave se traslada los veranos. Además del jardín y el huerto, los deportes náuticos, tan populares en esos años, se incorporan a los motivos de sus obras, como sucede en Partie de bateau (Barco de fiesta), lienzo conocido también como Canotier au chapeau haut de forme (Remero con sombrero de copa). Presentará estas obras en la cuarta exposición impresionista de 1879, donde los críticos se cebarán con él.

Remero con sombreo de copa
Gustave Caillebotte, 1878. Colección privada
Óleo sobre lienzo
90 x 117 cm.

La retrospectiva hace hincapié de una manera especial en su faceta como pintor de paisajes y jardines. En 1879, Gustave y su hermano Martial venden la propiedad de Yerres que han heredado y compran una finca en Petit Gennevilliers (localidad entonces situada a unos diez kilómetros de la ciudad y que  actualmente ha sido engullida por el Gran París), donde se construyen una casa con un amplio jardín.

Gustave tenía entre sus grandes pasiones el coleccionismo de arte y la filatelia (esta última inculcada por su hermano Martial). A partir de ahora, éstas se verán acompañadas por la horticultura (que ya venía practicando desde Yerres) y la navegación a vela, actividades a las que a partir de ahora se dedicará también de manera febril. Gustave aprendió a  navegar con Sisley en 1876. Petit Gennevillers, situada enfrente de Argentuil, era un lugar idóneo para practicar la navegación. El pintor llegará a ser vicepresidente del Cercle de la Voile de Paris y ganará una gran cantidad de competiciones. A partir de ahora, dedicará el verano a las regatas en Normandía y el resto de la temporada a las regatas de Argentuil. A partir de 1882, diseñará sus propios barcos, llegando a fundar Luce, su propio astillero, actividad en la que también llegará a destacar. Si la exposición tiene alguna carencia es que pasa muy de puntillas por esta faceta del pintor, que tiene numerosas obras dedicadas a este tema.


La plaza del mercado Caillebotte
Gustave Caillebotte, 1883. Colección privada
Óleo sobre lienzo
65 x 82 cm.

Así, para entender mejor la evolución del pintor durante estos años, pongamos nuestra atención en dos pinturas de la muestra. Me resulta imposible diferenciar Place du marché (Plaza del mercado) de la obra de otros pintores impresionistas. Sin embargo, unos años después su estilo es distinto. Una de las obras mas curiosas de la muestra (lamentablemente, no estaba lo suficientemente bien ubicada, cosa que le restaba relevancia) era este Linge séchant, Petit Gennevilliers, 1888 (Ropa secándose, Petit Gennevilliers, 1888). Ahora y aquí, resulta fácil reconocer lo pintado, pero delante del lienzo el asunto no es tan obvio. La tercera parte de la muestra, titulada El Sena y los viajes a Normandía, estaba resultó más centrada en la faceta de paisajista que en ninguna otra cosa.

ropa-secandose-caillebotte
Gustave Caillebotte, 1888. Colección privada
Óleo sobre lienzo
54 x 65 cm.

La última parte de la exposición estuvo plenamente dedicada al jardín de Petit Gennevilliers. En 1887 se casa su hermano, así que Gustave compra su parte de la propiedad y empieza a expandirse adquiriendo también parcelas contiguas, hasta llegar a cuadruplicar la extensión de la finca original, construyendo un gran estudio y un invernadero. A partir de este momento, sus pinturas se inspirarán de manera casi exclusiva en este entorno. Comienza incluso a decorar el interior de la casa con estos motivos. Marguerites es una de esas obras. Esta parte de su obra es la menos conocida por el gran público y la menos valorada: cuando muere tempranamente en 1894, lega toda su importante colección al Estado, lo que dejará en segundo plano su imagen de pintor.

Margaritas de Caillebotte
Gustave Caillebotte, 1892. Colección privada
Óleo sobre lienzo
65 x 54 cm.

Desgraciadamente, los bombardeos de 1944 durante la Segunda Guerra Mundial arrasaron la finca de Petit Gennevilliers y ya no queda nada de ese entorno. Sin embargo, la finca y los jardines de Yerres siguen existiendo

Si queréis conocer algunos detalles de la vida y obra de este pintor, de su relación con los impresionistas y, sobre todo, de su importante legado, génesis del museo de Orsay, continuar leyendo este enlace.

«Impresionistas y modernos», una muestra de la Phillips Collection de Washington

Últimos días para poder visitar en el Caixa Forum Madrid la exposición Impresionistas y modernos, una muestra de la Phillips Collection de Washington, que ya ha pasado por Corea del Sur, Roma y Barcelona.

Sesenta obras (la mas antigua, de 1811, la mas moderna, de 1975) de cuarenta y cinco artistas distintos que abarcan mas de dos siglos de historia de la pintura, sirven de muestra de la importante colección del museo de arte moderno mas antiguo de la historia de Estados Unidos.

He seleccionado las tres obras que más me han llamado la atención: la primera, Courmayer et les dents des geants, de la serie Mundo pintado de Kokoscha, con el Mont Blanc al fondo.

Óleo sobre lienzo
90,2 x 132,1 cm.

Utrillo representó la emblemática Place du Tertre de Montmatre en diferentes ocasiones. Ninguna reproducción fotográfica hará nunca justicia a esta auténtica obra maestra.

Maurice Utrillo, 1911. The Phillips Collection (Washington)
Óleo sobre cartón
54,3 x 73,3 cm.

He dejado para el final a Fuga, de Nicolas de Stäel, pintor por el que siento una absoluta debilidad, y al que es ciertamente difícil conocer en profundidad, dada la poca difusión que ha tenido su obra en nuestro país.

Nicolas de Stäel, 1951-52. The Phillips Collection (Washington)
Óleo sobre lienzo
80,7 x 100,3 cm.

«Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio»

Los Wyeth representaban a los animales con actitudes humanas. Este carnero se muestra aquí como un orgulloso habitante de Monhegan Island. Los dos pintores, padre e hijo, difícilmente encasillables en ninguna corriente artística, se me han revelado profundamente inspiradores. Distintos y semejantes, sus obras se van entrelazando en la estupenda muestra de su obra que todavía se puede ver en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Los temas que escogen parecen corrientes a simple vista, pero todos adquieren una magia insospechada cuando se analizan con algo mas de detalle. Huyendo de todos los calificativos, ajenos a las críticas, ásperos y sutiles, muestran una sensibilidad que transmite una sutil sensación, simultáneamente apasionada y desapasionada, de tranquilidad y de intranquilidad a la vez. Si veis la muestra, entenderéis lo que quiero decir cuando observéis la serie de Jamie Seven Deadly Sins (Los siete pecados capitales), de una elocuencia propia de otros tiempos.

La muestra mezcla obras de padre e hijo: The Islander (El isleño), de Jamie y My Young Friend (Mi joven amiga), de su hijo Andrew son dos de las que mas me impactaron.


Jamie Wyeth, 1975. The Andrew and Betsy Wyeth Collection
 Óleo sobre lienzo
86,4 x 112,7 cm.

 
Andrew Wyeth, 1970. The Andrew and Betsy Wyeth Collection
Témpera sobre masonita
81,3 x 63,5 cm.

Abstractos y realistas. En ocasiones, ambas cosas en la misma obra; véase por ejemplo, Troddenn Weed (Hierba pisada). Otras veces te deslumbran con su técnica como es el caso de My Young Friend, donde los detalles de la lana del jersey son dignos de los van Eyck (e igual que con las pinturas de éste, difícilmente apreciables en una reproducción). Unas veces mas realistas, otras mas experimentales otras, como en el retrato de Andy Warhol en A.W. working on Piss series.

No dejéis de ver esta interesante muestra, que además, es la primera que se celebra de estos artistas en Europa.

Andrew Wyeth, 1951. The Andrew and Betsy Wyeth Collection
Témpera sobre tabla
50,8 x 46,35 cm.

Jamie Wyeth, 2007. The Phylis and Jamie Wyeth Collection
Témpera sobre tabla
121,9 x 76,2 cm.

«Del divisionismo al futurismo. El arte italiano hacia la modernidad.» Las obras divisonistas de la Triennale de Milán de 1891

El divisionismo es una técnica pictórica consistente en aplicar pequeñas áreas o líneas de color puro sobre el lienzo, sin mezclar los colores en la paleta, de tal forma que si la obra resultante se observa desde la distancia adecuada, se produce un efecto de luminosidad debido a la mezcla de los colores empleados.

El origen de este movimiento en Italia tiene su origen en las nuevas teorías sobre la percepción óptica que se desarrollaron en Europa a finales del siglo XIX. Estas ideas fueron difundidas en la Lombardía por el pintor y marchante Vittore Grubicy, miembro de una familia aristocrática húngara establecida en esta zona. Esas mismas teorías, que en Francia dieron lugar al puntillismo, se convierten aquí en un movimiento autónomo: a diferencia de lo que sucede en París, los divisionistas italianos utilizan esta técnica como una herramienta más de la representación y, a diferencia de lo que sucederá en otros partes de Europa, no como un fin en sí mismo. El neoimpresionismo no será conocido en Italia hasta 1920, en la XII Bienal de Venecia, año en el cual Paul Signac organizaría la sala dedicada a la escuela francesa.

Además de las características técnicas propias de este estilo, temáticamente se presta atención de manera fundamental a dos motivos: el simbolismo, que se iba extendiendo por toda Europa, y la temática de índole social.Así, en la Triennale de Milán de 1891, una exposición organizada por la Reale Accademia di Belle Arte di Brera, cuatro autores exhiben por primera vez obras realizadas con esta nueva técnica. No se presentaron de manera unificada, ni tampoco se trataron de relacionar de manera alguna.Uno de ellos era el piamontés Emilio Longoni, de origen humilde, que recientemente había comenzado a interesarse por temas de contenido social. Allí presentó L’oratore dello sciopero (El orador de la huelga).

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Emilio Longoni, 1890-91. Banca di Credito Cooperativo di Barlassin
Óleo sobre lienzo
193 x 134 cm

En 1889, la II Internacional Socialista se había reunido en París. Además de la Exposición Internacional, se conmemoraba el primer centenario de la Revolución Francesa. El día 20 de Julio, se decide celebrar una jornada de protesta con el objetivo de conseguir reducir la jornada laboral a ocho horas (y así, fijarla en  48 horas semanales). La fecha fijada para esa jornada sería el primero de Mayo, en memoria de la revuelta de Haymarket, acaecida tres años antes en Chicago. Así, el día 1 de Mayo de 1890 se celebró por primera vez el Día Internacional del Trabajo.

Longoni retrata aquí la protesta celebrada en Milán ese día. La Triennale,  por cierto, se inauguró también el 1 de Mayo. Ésta fue la primera de sus obras realizada con la nueva técnica divisionista, aunque sólo parcialmente, pues sólo pueden apreciarse colores intensos en el cielo y algunas partes de la camisa del orador. La reacción a su contenido claramente revolucionario fue contundente e inmediata: el arte no debía utilizarse para estos fines.

Curiosamente, la polémica suscitada fue muchísimo mas leve que la levantó la Maternitá de Gaetano Previati, realizada con alargadas pinceladas, y que rompía muchos esquemas.

gaetano_previati_-_maternita
Gaetano Previati, 1890-91. Colección Banca Popolare di Novara
 Óleo sobre lienzo
175,5 x 412 cm.

Además de ser la primera pintura simbolista presentada públicamente en Italia, su novedosa técnica escandalizó por su rabiosos antinaturalismo. Molestó por igual a los críticos y al público. Sus formas fueron consideradas indecorosas y la pintura fue calificada como excentricidad. La opinión de Luigi Chartini, crítico del Corriere della Sera, se puede resumir así: «parece un bordado de lana con los colores desvanecidos».

El tercero de los artistas que presentó una obra divisionista en la Triennale fue Giovanni Segantini, un autor que ya había obtenido el reconocimiento de la crítica. Se trataba de Le due madri (Las dos madres):

 Giovanni Segantini, 1889. Galleria d’Arte Moderna (Milano) Sala XXIII
Óleo sobre lienzo
162,5 x 301 cm.

La obra fue aceptada por los críticos, ya que Segantini era ya por entonces un pintor acreditado y esta obra ya se había expuesto antes en Milán. La asociación explícita de las funciones nutricionales de la vaca y de la mujer corresponde con las funciones que ésta última tenía asignadas en la sociedad de la época, por lo que no se percibió como una subversión de la tradición artística del todavía recién formado país.

El último de los autores que presentó obras divisionistas fue Angelo Morbelli, y lo hizo por partida doble. Una de las que presentó fue Alba:

 Óleo sobre lienzo
79 x 55 cm.

Obviamente, el protagonista de esta obra es la luz del sol: el efecto tenue que se pretende conseguir debería de haber cautivado a sus espectadores, pero paradójicamente, fue otra de las pinturas que resultaría más atacada.

La segunda obra de Angelo Morbelli para la Triennale fue Un consiglio del nonno. Parlatorio del luogo Pio Trivulzio (Un consejo del abuelo. Sala de visitas del asilo Pio Trivulzio):

 Óleo sobre lienzo
60 x 45 cm.

En esta ocasión, la luz que penetra por la ventana ilumina el foco de atención de la escena. Morbelli ya se había servido de este asilo de ancianos como modelo para pinturas previas, lo que no le sirvió para evitar que Luigi Chirtani calificara a ambas obras como enfermas de sarampión pictórico. Otros críticos, como por ejemplo, Max Nordau, llegaron a ver degeneración física y mental en estas representaciones.

Hay que hacer notar que pese a la polémica, el rechazo de la crítica no fue generalizado. Sólo se manifestó negativamente la parte conservadora; la más liberal, en gran parte instigada por Vittore Grubicy, le fue favorable.

Si estáis en Madrid y deseáis profundizar algo más en este movimiento, muy poco conocido en España, tenéis una ocasión excelente para hacerlo: hasta el próximo 5 de Junio, la Fundación Mapfre muestra en un Sala de Recoletos la exposición Del divisionismo al futurismo. El arte italiano hacia la modernidad. Es absolutamente recomendable. Además de Emilio Longoni, Previatti, Segantini Morbelli y Vittore Grubicy, se exponen obras de otros divisionistas: Giuseppe Pellizza da Volpedo, Baldassare Longoni, Plinio Nomellini, Cesare Maggi, Giovanni Sottocornola, Giuseppe Mentessi o Carlo Fornara.

Por si fuera poco, el futurismo está representado por Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Luigi Russolo, Carlo Carrá, Gino Severini, Francesco Cangiullo y el manifiesto de Marinetti.

De las obras que hemos hablado, esta exposición sólo presenta dos de las más rechazadas, Maternitá y Alba. Sin embargo, hay muchas muy notables.

«Kandinsky. Una retrospectiva»

Resulta difícil resistirse a incluir una breve reseña de la muestra de Wassily Kandinsky, genio de la abstracción, que se expone durante estos días en Madrid en Centro Centro.

Wassily Kandinsky, 1939. Centre Georges-Pompidou (Paris)
Óleo sobre lienzo
100,5 x 82 cm.

He escogido Complexité simple porque es una de las muchas que me han fascinado de entre las que se presentan ahora: la sala dedicada a sus últimas obras en París me ha resultado harto gozosa. Y dentro de esta sala, esta pintura me ha gustado por encima de las demás.

Se me antoja aquí un pintor totalmente reafirmado en sus convicciones, a pesar de la indiferencia con la que fue tratado en esta ciudad durante aquellos años. También se percibe en esta pintura la influencia de amistades como Hans Arp. Sus tonos se han suavizado, como se aprecia también en muchas otras obras de esta época. Sin embargo, aquí se sale un tanto de su línea habitual, con esos bordes oscuros, que confieren al conjunto ese aspecto tan peculiar.