Las cuevas, descubiertas en 1931, fueron excavadas por Gustav Riek. Desde 2017 forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Para ver las figuras hay que desplazarse hasta la cercana localidad de Tubingia, al Hohentübingen Castle, una de las sedes del museo de la Universidad de dicha localidad.
Un caballo pulido con esmero es otra de las piezas más interesantes. La cabeza y el cuello conservan todavía tres dimensiones, pero el resto de la figura es plana, ya que se rompió por una grieta longitudinal, similar a la que presenta la figura anterior, del lado que no muestra la fotografía. El abdomen y la pata delantera son de un realismo asombroso. Una hilera de cruces van desde el cuarto trasero hasta la cola. Se desconoce su significado.


En este otro mamut, completo y en bastante buen estado, volvemos a encontrarnos con las cruces. Esta vez son más numerosas: se han tallado sobre las patas delanteras, sobre los lomos, el abdomen, la parte posterior de la cabeza y en la grupa, sobre la cola. No hay indicio acerca de su colmillos, aunque no cabe duda de que es un ejemplar adulto. Un orificio entre sus patas delanteras, así como la posición de estas, podrían indicar de que la escultura se utilizaba como colgante. En la parte posterior tiene otro orificio.

Un bisonte, del que sólo se conserva un lado, se encuentra en peor estado. Las estrías que se vislumbran en la parte inferior son naturales, y son debidas al proceso de división.

El conjunto se completa con otras figuras igualmente llamativas, resultando un conjunto verdaderamente fascinante.
