Terminábamos el pasado post sobre Soutine diciendo que Le bouef écorché (El buey desollado) era un tema iniciado por Rembrandt. Pues bien, la existencia de dos versiones de esta obra sugiere que la motivación del holandés también era la de estudiar los efectos de la luz sobre la carne del animal. El holandés fue el pintor que inspiró mas profundamente a Soutine, llegando a confiar al coleccionista René Gimpel que Rembrandt era Dios. Soutine llegó a decir de esta pintura que era tan hermosa que le enojaba («C’est si beau que j’en deviens fou»).
Rembrandt van Rijn, c. 1644. Kelvingrove Art Gallery and Museum (Glasgow)
Óleo sobre tabla
73,3 x 51,8 cm.
Rembrandt van Rijn, 1655. Musée du Louvre (Paris)
Óleo sobre tabla
94 x 69 cm.
Le bouef écorché también causó admiración en otros pintores como Delacroix, Daumier o Chagall. Otros pintores que han recogido el tema son Gustave Caillebotte, Lovis Corinth o Francis Bacon.
Jan Victors, 1646. Musée d’art et d’histoire (Gèneve)
Óleo sobre tabla
84 x 70,2 cm.
En cualquier caso, conviene señalar que esta tradición tiene su origen unos años mas atrás. Quien comienza a representar estos temas no es otro que Annibale Carracci, que ya había representado con anterioridad y de forma espectacular una pieza así: Bottega del macellaio (La carnicería)
Annibale Carracci, 1585. Christ Church Picture Gallery (Oxford)
Óleo sobre lienzo
190 x 272 cm.
A la obra anterior también se la conoce como Grande macelleria, para distinguirla de otra de idéntico tema, pero bastante más pequeña: Piccola macelleria.
Se trataba de romper con el Manierismo, tratando de dotar de un sentido realista a estas obras, de trabajar con la espontaneidad. En ellas, ademas del propio pintor, se incluyen los retratos de su hermano Agostino y su primo Ludovico. Sólo por su importancia histórica estas dos obras merecen pasar a la categoría de obras maestras.