«Edvard Munch. Arquetipos»


De muy interesante hay que calificar la exposición que se presentó durante estos meses pasados en el Museo Thyssen-Bornemisa. Constó de 79 obras, 42 de ellas procedentes del museo de Oslo. Habían pasado más de treinta años desde la última muestra dedicada al noruego realizada en Madrid, así que la oportunidad se presentaba como excepcional. Estupenda reunión de obras del artista, con una variada representación de su trabajo.

Edvard Munch, 1894. Munchmuseet (Oslo)
Aguafuerte y punta seca sobre plancha de cobre coloreada a  mano.
25 x 32,5 cm.

En 1894, Munch comienza a realizar sus primeros grabados, técnica en la que destacó especialmente. En Sommernatt (Noche de verano), subtitulado La voz, nos muestra a Milly Thaulow, su primer gran amor, que consiente en verse con él y tener unos primeros encuentros amorosos. Como estaba casada con el hermano de su amigo Frits Thaulow, Munch comenzó a sentirse culpable, llegando además, a causar un enorme enfado en su padre. Por si fuera poco, Milly le atormentaba contándole sus relaciones con otros hombres, a pesar de lo cual, la relación se mantuvo durante varios años. A pesar de todo, Munch siempre recordará aquella relación felizmente, como su bautismo en un tema que será recurrente en su obra, los misterios de la mujer.

Dos elementos concentran nuestra atención: la mirada penetrante de Milly, y el característico reflejo de la luna que el pintor utilizará con frecuencia, símbolo que utiliza para expresar el ideal del amor: así se encuentran los ojos de los enamorados, fundiéndose en su propio resplandor, anudando sus corazones.

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