James Archer, 1860. Manchester Art Gallery
Óleo sobre tabla
35 x 50 cm
Este cuadro me pone los pelos de punta. Agnósticos convencidos podrían comprender aquí la emoción que podría sentir un católico ante un descendimiento de Cristo: de hecho, la aparición del ángel que hay junto al árbol de la derecha conecta ambos mundos; otros símbolos, sin embargo, los desconectan, como la barca del hada Morgana (Morgan Le Fey no es precisamente un ejemplo de plañidera). Avalón, la Dama del Lago, Merlin,… todo está presente en este cuadro, que inauguró una tradición que pasó por los prerrafaelitas, continuó por Tolkien y, por tanto, perdura en las actuales ilustraciones de género que se siguen realizando en al actualidad. La pintura victoriana ha estado siendo denostada durante demasiado tiempo (y es que el descubrimiento de la fotografía lo cambio todo). A mí me encanta descubrirla, por cada sitio en el que buceo, surge un nuevo mundo de sensibilidad al que no estamos acostumbrados.
(Publicada en Arte a las ocho por primera vez el 02/04/13)
(Publicada en Arte a las ocho por primera vez el 02/04/13)