Anónimo (según diseño de Hyeronimus Bosch), alrededor de 1561. Palais des Beaux Arts de Lille
Óleo sobre lienzo
108 x 126’5 cm.
Una de los aspectos que más me llama la atención sobre las obras de El Bosco (o en este caso, de uno de sus seguidores) es que sus protagonistas parecen estar ajenos a la realidad que les rodea, pareciendo estar concentrados en sus tareas, obcecados con seguir continuamente con sus mecánicas rutinas. De esta forma, sus cuadros resultan mucho más intemporales. En esta obra en particular, que recuerda a Het narrenschip (La nave de los locos), la comparación entre el huevo y el mundo es evidente, lo que contribuye a aumentar una sensación de deriva en la actitud de los personajes, ya de por si bastante desazonadora.
(Obra sugerida por Alicia)